Megabacterias en jilgueros
En este artículo queremos hablarte las megabacterias en los jilgueros. Algo muy a tener en cuenta si tienes a estas aves en tu hogar o eres criador. Te contamos todo lo que debes saber.
¿Qué son las megabacterias en jilgueros?
Con este nombre, cualquiera podría pensar que hacen referencia a unas bacteria enormes, de tamaño gigante, nada más lejos de la realidad, pero si las observamos al microscopio, podremos ver que tienen una forma alargada, forma bacilar, se tiñen una parte de azul violeta en la tinción de Gram y tienen grandes núcleos aparentes y por todo el contorno un punteado muy marcado del color ya antes citado.
Este tipo de bacterias, tienen unas peculiaridades que nos harían compararlas con los hongos, pero como veremos más adelante, sólo se asemejan en que responden ante ciertos antifúngicos. Desde nuestra opinión por la experiencia de casos tratados estimamos que están más cerca de estos últimos.
No debemos crear ningún tipo de alarmismo sobre estos microorganismos, ya que se observan en multitud de casos en una baja proporción, como una parte de la vegetación de nuestras aves sin llegar a causar ninguna enfermedad.
¿Cómo afectan a nuestros aves?
Para hacernos una idea vamos a tomar al canario, como especie estándar, bien el ph de estas aves está tipificado entre 0,3 y 2,. Las Megabacterias (Macrorhabdus Ornithogaster) convierten este Ph y lo suben hasta hacerlo neutro e inclusive básico, colocándolo entre 7 y 8.
Esto se traduce en perturbaciones digestivas, sobre todo del proventrículo, que a fin de que nos comprendamos es la parte delantera a la molleja, haciendo que este se dilate hasta acrecentar por 3 veces su tamaño y siendo este sitio el favorito a fin de que las megabacterias se guarden.
En definitiva, van a ocasionar trastornos digestivos, como son vómitos y diarreas o bien heces pastosas que van a acabar con el “embolado” y “quillado” (pérdida de masa pectoral), concluyendo con la muerte de muchos ejemplares.
¿Qué síntomas pueden presentar nuestros jilgueros?
Comienza con un enlentecimiento de la actividad, se vuelven más apacibles y se puede observar un erizamiento de las plumas de la cabeza dando un aspecto más acolchado de la misma. Después prosigue con un embolamiento del total de las plumas del jilguero, en esta fase es ya manifiesto una pérdida de masa muscular pectoral dando al jilguero el común síntoma de la seca, mal seco o bien quillado
Si soplamos las plumas para fijarnos en la zona del abdomen se ve un incremento del intestino (enteritis), un abultamiento redondeado y duro en esta zona (proventriculitis), y en ciertos individuos se puede observar una media luna de color obscuro que es el hígado (hepatitis) y si solo se ve un punto negro corresponde a una inflamación del bazo (esplenitis). Todo este conjunto da un aspecto del abdomen como irregular y “sucio” con venas que cruzan toda la zona del abdomen.
También se observa que nuestra ave come más, pero no ingiere el grano entero, si no que parte de ello queda tirado en el suelo de la jaula. Las heces son mayores, con un color atezado claro a verdoso y en muchas ocasiones son diarreicas. Otro síntoma a tomar en consideración es que si nos ponemos guantes de látex finos y estregamos entre nuestros dedos las heces vamos a ver que hay pedazos de semillas asimismo sin digerir.
Hay ciertos casos de curaciones espontáneas, más la mayor parte de las aves terminan muriendo, y estas muertes no son de el día de hoy para mañana en tanto que se pueden cronificar a semanas y meses.
¿De qué forma pueden aparecer y transmitirse?
Generalmente y como hemos citado, las megabacterias son parte de la vegetación intestinal de nuestras aves, factores de estrés, parásitos y otras afecciones simultáneas hacen que reduzca la eficiencia del sistema inmunitario de nuestras aves favoreciendo la multiplicación de este agente.
La adquisición de ejemplares de otro sitio habituados a unas condiciones diferentes alas de nuestro aviario y sin la cuarentena oportuna puede hacer que reviente un brote de esta enfermedad en nuestros ejemplares.
El calor y la humedad favorecen el mantenimiento y diseminación de las megabacterias.
No se debe olvidar que la transmisión es oro-fecal, con lo que si la higiene y el protocolo de limpieza no son los aconsejables, nosotros mismos vamos a ser transmisores del proceso, esto último es esencial, especial atención a la limpieza.
¿Cómo saber que son megabacterias y combatirlas?
Con todos y cada uno de los síntomas y signos citados previamente nos podemos orientar, pero para un diagnóstico terminante es conveniente coger unas muestras de heces lo más frescas posibles de individuos perjudicados y también ir a un veterinario especializado y efectuando una investigación coprológico de exactamente las mismas se llegase a un diagnóstico preciso.
No es extraño ver al lado de este proceso otros y no de menor perjuicio para nuestras aves (coccidios sp, giardias sp, nematodos, etc.…)
Una vez diagnosticado el proceso nos queda poner un tratamiento aconsejable, esto es polémico; los antibióticos por si acaso solos no hacen mucho, y no todos y cada uno de los fungicidas son eficientes.
De estos últimos el itraconazol a dado resultados satisfactorios en ciertos canarios conjuntado con protectores hepáticos y nefríticos y conjuntado con antibióticos, no obstante en jilgueros se observó una alta toxicidad siendo peor el antídoto que la enfermedad.
El fluconazol semeja que asimismo las suprime bien sin esos inconvenientes de toxicidad. A nuestro parecer lo que mejor marcha es la anfotericina b (fungilin, fungizona) conjuntada con protectores hepato-nefríticos y antibióticos como la enrofloxacina y la tilosina.
Es esencial a lo largo del tratamiento dirigir prebióticos de calidad, una dieta de simple digestibilidad (pocas grasas), y correctores vitamínicos.
La eficiencia del tratamiento depende del grado de afección de cada individuo, en tanto que podemos suprimir las megabacterias, más no podemos regenerar órganos muy desequilibrados que hacen que a pesar del tratamiento el resultado sea fatal.
Los tratamientos con anfotericina b no han de ser menos de siete-diez días, pudiendo alargarse inclusive hasta meses. Tampoco se debe olvidar que ciertos individuos recuperados pueden retener pequeñas poblaciones de megabacterias en sus proventriculos a la espera de que algún factor de stress o bien de otras nosologías les haga aflorar.